No hay necesidad, muchacha,
de echar agua por los ojos.
El mundo va a regalarte
miles de atardeceres rojos.
Y cuando los veas vas a sonreir,
pues tu risa es la finalidad de su existir.
No hay necesidad, muchacha,
de ese pesar en el alma.
Vendran ya tiempos mejores,
dispuestos a traerte calma.
Cuando las cosas pasan,
confía, lo hacen por algo.
Ocurren quizás, de pronto, para despertar tu corazón del letargo.
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Ann