sábado, 30 de agosto de 2014

La abuela en cuestión

Por: Andrea Eseiza

En 1976 sucedió uno de los hechos más sangrientos de la historia de Argentina. Desde hace más de 36 años, unas señoras con pañuelos blancos no descansan por recuperar a sus nietos. El pueblo entero no descansa buscando a sus hermanos, sobrinos, tíos y primos. Entre toda la gente una abuela se destaca. En ese tiempo su hija fue secuestrada y desaparecida en la ciudad de La Plata. Por medio de relatos pudo enterarse que su hija dio a luz, su nieto fue apropiado y su nombre cambiado. Desde ese momento supo que no dejaría de buscarlo. Esa busqueda tuvo sus frutos 35 años después. El 5 de Agosto del 2014, esta abuela en cuestión, pudo abrazara su nieto.

    El 24 de marzo de1976 las Fuerzas Armadas usurparon el gobierno constitucional en el país por medio de un golpe de Estado, dando inicio a la dictadura más sangrienta conocida por esta tierra. Llevó adelante una política de terror secuestrando, torturando y desapareciendo a más de 30 mil personas. Entre ellas, cientos de mujeres con niños pequeños o embarazadas. Los responsables de estos atroces hechos, en complicidad con civiles de alto poder adquisitivo- dueños de empresas e importantes cargos- separaron a esos bebés de sus madres, privandolos del derecho a la identidad, inscribiéndolos como hijos propios, otorgandolos a otras familias relacionadas con ellos, vendiéndolos o abandonándolos como N.N en institutos.
    Ésto no fue casualidad. En los centros clandestinos de maternidad, tiempo después, se encontraron listas defamilias de militares ‘en espera’ de un nacimiento, lo que demuestra –junto con las declaraciones de los mismos militares – la existencia de un plan preconcebido no sólo de secuestro de adultos sino también un plan sistematico de apropiación de niños.
    Uno de esos niños, fue Guido.

El hijo, el nieto

    Nació el 26 de junio de 1978 durante el cautiverio de su madre Laura – militante de la organización `Montoneros’, secuestrada embarazada a fines de 1977 y asesinada dos meses después de dar a luz – encadenada a la cama de un hospital militar. Lo llamó Guido – en honor a su padre-. Estuvo con ella tan sólo unas pocas horas antes de ser derivado a quien sería su entregador: Francisco Aguilar – importante empresario y ex presidente de la Sociedad Rural de Olavarría con un innegable vínculo con los militares de la zona -. Los destinatarios del niño fueron los puesteros de su estancia: Juana y Clemente Hurban, un matrimonio que no podía tener hijos. En esta trancisión lo anotaron como propio y pasó a llamarse Ignacio.
     Así, criado en Colonia San Miguel –Olavarria-, fue creciendo y, sin saber por qué – si no hasta hoy -, fue despertandose en él un interés por la música.

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     Mientras tanto, en otro punto de la provincia, la abuela en cuestión, comenzaba una búsqueda incansable con un objetivo claro: no descansar hasta encontrar a su nieto.
     En los comienzos de esta búsqueda, se cruzó en el camino de otras madres y abuelas que se habían propuesto el mismo objetivo, el de encontrar a sus hijas y nietos que les habían sido arrebatados. Sabían lo que querían y no tenían nada más que perder, estaban organizadas y nada las detendría.

Una lucha colectiva
     “Tenemos que ir directamente a la Plaza de Mayo y quedarnos allí hasta que nos den una respuesta”. Fueron las palabras de madres y familares de los desaparecidos tras el silencio del regimen militar que ninguna democracia del mundo se animaba a condenar. Sintiendo impotencia, el 30 de abril de 1977 comenzaron a marchar cada jueves alrededor de la Pirámide de Mayo, situada frente a la casa de gobierno. Las mujeres decidieron cubrirse el pelo con un pañal de tela blanco. Rápidamente adoptaron el nombre de ‘Madres de Plaza de Mayo’ y su sóla presencia comenzó a ejercer presión nacional e internacional sobre el destino de las personas que desaparecían en el país.
     Cuatro meses después, Alicia Zubasnabar de De la Cuadra- `Licha’ - comenzó a asistir junto con su esposo y Hebe de Bonafini a las rondas de las `Madres’, buscando a un hijo, una hija embarazada, su nuera y su yerno. Al mismo tiempo, otra madre/abuela, María Isabél Chorobik de Mariani - `Chicha’-, había comenzado a buscar a otras madres de desaparecidos que, como ella, tuvieran también nietos pequeños desaparecidos.
     En esos días Licha buscó a las otras abuelas que ya conocía de la Plaza, se reunieron y decididieron empezar a trabajar juntas. “Éramos 12 en ese momento. A mi me asombró verlas con tanta serenidad; yo era un guiñapo, un llanto continuo, las veía a ellas tan serenas y decía `tengo que ser como ellas’. Primero nos dimos a conocer como `Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos’. Pero fuimos creciendo, la gente empezó a conocernos y a llamarnos  `Abuelas de Plaza de Mayo’”-. Cuenta Alicia.
    Las abuelas entendían que recuperar a los nietos, era un proceso diferente que el de recuperar a los hijos y que necesitaban estretegias y metodologías diferentes. Comenzaron a actuar bajo el lema `Buscar a los nietos sin olvidar a los hijos’.
     En abril de 1978, se suma la abuela en cuestión.

Ella
     1930, 22 de Octubre. Buenos Aires es la cuna de quien será una de las pioneras en recuperar la identidad de una generación entera, de un pueblo entero. Una de las mujeres que lucha por eso, una de las que sostiene el ‘Nunca más’.
     Creció para convertirse en maestra y, locierto es, que no tenía participación en política. Tuvo cuatro hijos, y fueron tres de ellos los que la involucraron en eso. Laura, Claudia y Guido Miguel, militaban en el peronismo –estudiantíl-.
     En 1977, plena dictadura, secuestran a su hija y se apropian de su nieto. En ese momento nace una luchadora. En ese momento nace ‘La abuela en cuestión’.
     Hoy tiene 83 años, llegó a tener 13 nietos más, incluso dos bisnietos, pero se propuso no descansar hasta encontrara Guido. Antes de morir en cautiverio, su hija Laura dijo algo: “Mi mamá no se va a olvidar de lo que me hicieron y los va a perseguir”. Y tuvo mucha razón.

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      Guido – desconociendo su verdadera identidad y bajo el nombre de Ignacio – continuó creciendo y desarrollando su interés y habilidad musical. A los 12 años estudió musica en Olavarría, después piano en Avellaneda. De chico comienzan a apodarlo `Pacho’, pasan los años y se convierte en un músico reconocido. Integra bandas de Jazz, tango y da clases en el conservatorio de Olavarría. Empieza a componer y, sin sospechar nada, escribe una canción: ‘Para la memoria’ - la publicó el 24 de marzo de este año-. Se compromete con la lucha por la identidad de los hijos de los desaparecidos, compromete su musica para la causa, se alegra por cada nieto recuperado sin tener idea de quién es él.
      Será poco tiempo después cuando empiece a dudar...

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Una, dos, tres...cincuenta y nueve.

    La lucha de las abuelas comienza a dar sus frutos. Tras largas búsquedas, recuperan por su cuenta a las primeras dos nietas, las hermanas Tatiana Ruarte Britos y Laura Jotar Britos. – previamente habían sido localizados en Chile los hermanos Anatole Boris y Victoria Eva Julien Grisonas-. Se suman Juan Pablo Moyano,Tamara Ana María Arze, Martín Baamonde, los hermanos Humberto Ernesto Colautti Fransicetti y Elena Noemí Ferri Fransicetti, Sebastián Rosenfeld Marcuzzo, Eduardo Garbarino y Ana Laura Hisi...
    En medio de las recuperaciones, retorna la democracia en 1983 con Alfonsín y la lista se hace mas extensa. Para 1997 llegaba a los 59 nietos recuperados.

    
Cambio de época, cambio de planes:

     Habian pasado ya dos décadas y las abuelas entendieron que ya no se trataba de espiar en la puerta de los colegios como en los inicios. Ya no se trataba de encontrar niños. Ahora eran jóvenes adolescentes que ya habían adquirido cierta autonomía con sus vidas y a los que tenían que interpelar. Decidieron cambiar la estrategia: ‘¿Vos sabés quién sos?’ Fue el interrogante que utilizaron. Ya no tenían que buscar a sus nietos por medios indirectos, ya podían movilizar a la sociedad. Organizaron un festival de Rock en Plaza de Mayo y colgaron un cartel con esa consigna. Lograron llegar directamente a ellos. Aun más: lograron que una generación entera se pregunte por su historia.
    Los años fueron pasando, sus nietos –donde sea que se encontraran– seguían creciendo, y así crecieron también las estrategias de las abuelas para interpelarlos.
    Así es que se comenzaron a organizar eventos y actividades para convocar a los jóvenes: instalaciones, concursos literarios y fotográficos, congresos y seminarios sobre la temática de la Identidad- que comenzaron a conformar un espacio propicio para la construcción de la verdad-. Muchas personalidades respondieron a la convocatoria de la sAbuelas y se acercaron a colaborar para participar en la difusión del Derecho ala Identidad que buscaban promover. Primero se sumaron los actores, directores y dramaturgos y nació `Teatro X la Identidad’, después se acercaron los músicos y se organizó `Música X la Identidad’ – inesperadamente, y sin tener idea de su verdadera identidad, Guido fue uno de ellos -, llegaron los rockeros y seorganizó ‘Rock X la Identidad’, los plásticos y se organizó `Pintura Colectiva’, siguieron los diseñadores y se produjo ‘Gráfica para las Abuelas’ y así fue creciendo.
     Tres décadas; en 2007 las abuelas inspiraron la realización de una miniserie en tres capítulos denominada ‘Televisión por la Identidad’, con tres historias independientes de niños apropiados - dos de ellas reales (Tatiana y Juan) - y la tercera una síntesis de ficción realizada sobre las experiencias de los nietos recuperados. El ciclo tuvo un altísimo rating y debió ser repetido. Gracias a esto, decenas de jóvenes cuestionaron su historia y – ya cada vez más frecuentes los exámenes de ADN – recuperaron su identidad.
     La abuela en cuestión sentía que por cada nieto que llegaba el suyo estaba más cerca. Aun asi, temía que se le agote la fuerza y no poder estar con vida cuando apareciera su tan esperado nieto.

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     Ya con 36 años -2014- y dudando sobre su identidad, Guido manda un mail a Abuelas esperando una respuesta al interrogante de su verdad. Un conocido cercano a la familia le habìa contado en Junio que no era hijo biológico de sus padres e intuía que podía ser hijo de desaparecidos. Lo derivan a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad –CoNaDI-. Su sangre se cruzó –voluntariamente- con las muestras del Banco Nacional de Datos Genéticos y el 5 de Agosto se conocieron los resultados: Era el hijo de Laura; consecuentemente el tan esperado nieto de `la abuela en cuestión’.
     Los resultados no llegaron a CoNaDI, sino a tribunales donde existía una causa abierta por la desaparición de Laura y la apropiación de Guido.

La noticia más esperada/inesperada.

     Ella había esperado 35 años para recibir esta noticia, realmente la esperaba y sin embargola tomó por sorpresa. La jueza Servini de Cubría se enteró a las 12.30hs. Cuenta que la llamó y le anunció ‘la recuperaciòn de un nieto más’ argumentando que estas cosas no se dicen por teléfono. A las 13.00hs ya se lo estaba contando en persona y la alegrìa de la Abuela, no tenia parangón. Se emocionó hasta las lágrimas y con lo poco que pudo reaccionar, dio aviso a su familia. A los pocos minutos recibió un llamado de la presidenta donde –al responder- sólo escuchó: “Decime si es cierto”. Como pudo se lo confirmó. Lloraron juntas.
     El temor de esta abuela de no poder abrazar a su nieto, llegaba a su fin. Ya no tenía dudas, solo certezas.
     El reencuentro: Fruto de una lucha

      Una reunión íntima fue lo que eligieron para encontrarse, para conocerse. Para dar fin a un ciclo y comenzar otro. Para terminar una búsqueda – por parte de ambos – y empezar una nueva historia.
      Abuela y nieto son muy parecidos. La fisionomía de su rostro es casi idéntica, el corte del mentón, la curva de la nariz, la sonrisa, la comisura de la boca, los ojos pequeños... y no sólo las características físicas son impresiones de la genética.
     Conociendo hoy su verdadera identidad, Guido quizás entiende por qué surgió su interés por la música- ya que nadie del entorno de su familia adoptiva tenía relación con ella-. Su padre biológico – Walmir ‘Puño’ Montoya (militante montonero secuestrado junto con Laura) - fue músico y también lo es uno de los otros nietos de su recuperada abuela.
14: más que un número

      Quizas los protagoistas no se hayan percatado, pero el 14 es un número vital en esta historia: Esta abuela tiene 14 nietos, por mucho tiempo tuvo sólo 13 y luchó incansablemente para que los 14 estuvieran presentes. Guido es el nieto recuperado número 114 y tuvieron su reencuentro en el 2014. Quizas sea simple casualidad, pero ella no cree en las casualidades. Tal es así que considera presagio el hecho de que su nieto haya participado en la jornada de `Música X la Identidad' en la ExEsma antes de realizarse los estudios de ADN.


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‘Milico, decime qué se siente’

     Él es el fruto de una lucha incansable de un grupo de mujeres que entregó su vida a esta causa: recuperar a sus nietos, que el pueblo argentino recupere su identidad.
     ‘Milico, decime qué se siente, que hayamos recuperado un nieto más’ resonó durante todo un día en el país. Se reflejó en la sonrisa- entremezclada con llanto- de Tatiana, de Juan, de los cientos de nietos recuperados, de miles de argentinos que sienten que de a poco les devuelven la identidad. Y sabiendo que no hay que bajar los brazos porque hay que hacer justicia por los 30 mil compañeros desaparecidos y por que falta recuperar más de 400 nietos, sobrinos, hermanos y tíos.
     Ignacio, ‘Pacho’...Guido. Hoy su familia lo llama Guido. Hoy el pueblo lo llama Guido. Porque es el nieto del pueblo. Pero lo más importante:  Hoy su abuela lo llama así. Porque Guido es, nada más y nada menos, que el nieto de la abuela del pueblo, el de la Abuela en cuestión: El nieto de Estela de Carlotto.