viernes, 1 de junio de 2012

F.A.T.E. X

Así, volveríamos a soñar con las mismas cosas que soñabamos de chicos...

Quién pudiera hacerlo, volver a esa inocencia de, como dice Amy en uno de los temas que más me gusta, "creer en todo y no saber absolutamente nada de nada". Field Of Innocence... A veces me gustaría poder volver, no saber las cosas que se ahora, esas realidades crudas con las que tenés que aprender a vivir.
Anoche una amiga me leyó el "Sindrome de los veintitantos", cuanta verdad hay ahi. Te das cuanta de como te gustaría volver a ser chico, pero a la vez te das cuenta, auque cueste, que creciste y que también vale la pena. Vale la pena sentir, reir, llorar, equivocarse y volver a intentarlo. Todo eso te llena, y te llena tanto que a veces te cuesta darte cuenta.
En esta etapa te das cuenta de las cosas, de quién vale la pena tener cerca y a quién no, de cuantos errores cometiste y también aunque sean pocos, los aciertos que llegaste a tener a largo o a corto plazo. Creciendo aprendés que la gente no sabe querer ni amar, que nos destruímos entre nosotros, que la envidia y los malos pensamientos nos rodean y nos hacen ser malos también. Así madurás, conoces la mentira, no la blanca y la piadosa, esos son inventos. Conoces realmente de sufrimientos, guerras, enfermedades, dolor y muerte. Aprendés cómo el dinero maneja la vida. Cómo ya no importa el sentir, sino el conseguir, y cada vez más.
Como "adultos" si es que podemos llamarnos asi, tenemos que aprender a vivir con todo esto que vamos aprendiendo. Para ser más específica, tenemos que aprender a enfrentar esta realidad de forma "madura" pero podemos hacerlo sin perder las cosas del niño que fuimos. Citando a Nelson " ¿Dónde han quedado los sueños? pregunto al niño que fuí, quizás él tenga las llaves, del cofre que no puedo abrir." Esa, quizás sea la clave para vivir nuestras vidas. No perderlo, siempre llevar presente quiénes fuimos porque eso nos hizo ser lo que somos hoy.
Somos grandes, hablamos, pensamos y nos movemos como adultos, con veite, treinta, cuarenta, cincuenta o sesenta años que tenemos. Y podemos hacerlo tranquilamente, con la seguridad de saber que en cualquier momento ese niño que fuimos puede florecer y hacernos cometer cosas como escondernos abajo de las sábanas o taparnos la cara porque nos da verguenza decirle algo sentimental a la persona que amamos. Si, en momentos como esos volvemos a tener cinco años pero con todas las responsabilidades que conlleva tener veinte o cincuenta. Ahi te das cuenta de que es posible.
Nadie debería perder lo que fue. La niñez es libertad, sin límites ni ataduras. Se vive, como diría Serrat: "desquebrajando el viento y apedreando el sol". A veces me gustaría volver a ensuciarme la ropa y volver a casa con moretones y raspaduras... Pero prefiero que eso sea un recuerdo, de como era mi vida antes de que ciertas vivencias me atravesaran el cuerpo y me hicieran ser lo que soy.
Aprendamos a valorar lo que tuvimos, lo que tenemos y lo que somos, sabiendo y teniendo presente quienes fuimos...