jueves, 29 de noviembre de 2018

Sin decir

Parado junto al ataúd observaba atónito el panorama. Al rededor del cajón mujeres cotilleaban como si de la fila del supermercado se trarase. Del lado opuesto sólo llantos se escuchaban. Dentro del féretro pálida, tiesa y con un gesto sereno se hallaba su amada. Cuántas cosas rondaban en su cabeza, besos sin dar, cosas sin decir, sentimientos no expresados. Rompió en llanto. Inspiró tan hondo que sintió ya no poder devolver el aire contenido. Pero lo logró y al exalar violentamente sintió su torso eyecrarse hasta terminar de forma vertical. Despegó sus párpados. Vio frente a él la ventana de su habitación, a los pies de la cama al gato acurrucado. A su diestra la mesa de noche y, junto a Él, a su amada. Suspiró aliviado. Estiró el brazo para acariciar su mejilla. Al despejarle el cabello de la cara rozó su piel. Pálida como la nieve, fría como el metal, tiesa como una roca. Ausente. Con un gesto sereno pero sin vida.
Cuántos besos sin dar, cuántas cosas sin decir y cuántos sentimientos no expresados serán tragados por la tierra. O por el fuego. Esa es una de las cosas que quedaron sin decir.

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Ann