Ese fue el día en que una sonrisa me disparó a quemarropa sin advertencia alguna. Ese fue el día que decidí conservar dentro la bala y contemplar a la autora de aquel siniestro.
Cada pieza radiante perfectamente alineada junto a la otra en un frente de batalla digno de cualquier emperador. La excepción es el lider del flanco izquierdo; rebelde, alerta y sobreprotector ante su compañero al mando del flanco opuesto.
Todo el escuadrón se resguarda en dos arcos con una perfecta curvatura natural que hasta la propia Afrodita podría envidiar. Al tomar distancia unos de otros, en un acto de sincera jovialidad, la verdadera magia se hace presente:
Dos líneas se tensan a cada uno de los lados dando vida a dos pequeños cráteres asemejables a manantiales. El diestro, profundo y perfectamente delineado, el siniestro apenas contorneado. Eso es, a mi suerte, lo que me salva la vida. Ya que si ese hoyuelo se contorneara más, el disparo me hubiese atravesado hasta desangrar.
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Ann